¿Qué es la EPOC?

Síntomas

Causas y factores de riesgo

Diagnóstico

La enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) es una patología caracterizada por la inflamación del interior de los bronquios, daños en el tejido pulmonar y obstrucción de las vías aéreas, lo que provoca dificultad para respirar. Es una enfermedad crónica, compleja, progresiva e incapacitante que, pese a no tener cura, puede tanto prevenirse como tratarse para aliviar sus síntomas, mantenerla bajo control y ralentizar su avance.

Pese a presentar una alta y creciente prevalencia y una elevada morbimortalidad, es una patología muy infradiagnosticada. En España se estima que afecta a unos 3 millones de personas, de las que alrededor del 80% están sin diagnosticar. Con unos 30.000 fallecimientos al año, es la 4ª causa de muerte en nuestro país.

La principal causa de la EPOC es el humo del tabaco, aunque también la exposición a ciertas sustancias tóxicas presentes en el aire interior o exterior y, en algunos casos, factores genéticos pueden originar esta enfermedad.

La EPOC se presenta en forma de dos afecciones: enfisema pulmonar y bronquitis crónica. En la mayoría de los pacientes se da una combinación de ambas.

Se trata de una enfermedad incurable, pero puede prevenirse y tratarse para reducir sus síntomas y el riesgo de agudizaciones y para ralentizar su avance. Los principales tratamientos farmacológicos para la EPOC son broncodilatadores y corticoides en forma de inhaladores. Dejar de fumar es el primer paso en el tratamiento de esta patología.

 

Síntomas

Los principales síntomas de la EPOC son la dificultad para respirar (disnea) y la tos crónica, con o sin flemas. También pueden producirse sibilancias. A medida que la enfermedad evoluciona, pueden aparecer fatiga, pérdida de peso y anorexia.

Los síntomas pueden agravarse progresivamente y evolucionar con rapidez. Al principio, la falta de aire suele notarse solo al realizar actividades más intensas, como subir escaleras, correr o hacer ejercicio, pero, paulatinamente, la dificultad respiratoria aparece cada vez con actividades más leves.

Además, pueden producirse empeoramientos puntuales de los síntomas, llamados exacerbaciones, que suelen durar unos días y requerir medicación adicional e incluso, en algunos casos, hospitalización. Estas exacerbaciones se originan a menudo por exposición a sustancias irritantes o contaminantes o como consecuencia de infecciones y pueden acelerar la evolución de la enfermedad y el deterioro del paciente.

Las personas con EPOC tienen un mayor riesgo de padecer patologías, las llamadas comorbilidades, que habitualmente presentan factores de riesgo similares -como el consumo de tabaco- y que frecuentemente contribuyen agravar la enfermedad. Entre ellas, se incluyen infecciones pulmonares -como gripe o neumonía-, problemas cardíacos, osteoporosis, debilidad pulmonar, diabetes, anemia, depresión y ansiedad y cáncer de pulmón.

 

Causas y factores de riesgo

La principal causa de la EPOC es el consumo de tabaco o la exposición al humo del mismo como fumador pasivo. Se estima que entre el 40% y el 50% de las personas que fuman durante toda su vida desarrollarán EPOC, frente al 10% de los no fumadores.

La enfermedad también se relaciona con la exposición ocupacional durante un largo plazo de tiempo a gases irritantes de materias nocivas, polvos o sustancias químicas, en el lugar de trabajo o la contaminación ambiental exterior e interior.

La EPOC puede tener su origen, asimismo, en el Déficit de Alfa-1 Antitripsina (DAAT), una condición genética asociada a esta patología pulmonar y a enfermedad hepática. La Alfa-1 Antitripsina es una proteína que se produce en el hígado con la función de proteger los pulmones frente a infecciones y agentes externos nocivos. Cuando esta proteína no llega en cantidad suficiente a la sangre, el pulmón queda desprotegido, mientras que su acumulación en el hígado puede producir enfermedades hepáticas.

Además de este desorden genético, los principales factores de riesgo de aparición o agravamiento de la EPOC son:

  • Inhalación de humo del tabaco (directo o indirecto).
  • Exposición a sustancia irritantes en el lugar de trabajo.
  • Contaminación del aire interior por el uso de leña y combustibles de biomasa para cocinar o como calefacción.
  • Contaminación exterior.
  • Infecciones pulmonares en los primeros años de vida.
  • Madre fumadora.

    Diagnóstico

    Si bien es una enfermedad crónica, la EPOC no solo es prevenible -principalmente evitando el tabaco-, sino que, además, es tratable para paliar sus síntomas, mejorar el estado de salud del paciente y retrasar el avance de la enfermedad.

    Para lograr la máxima eficacia de los tratamientos, resulta fundamental lograr un diagnóstico lo antes posible. Un diagnóstico precoz hará más fácil la comprensión de la enfermedad y pondrá freno al deterioro que se puede llegar a producir.

    Si existen manifestaciones sintomáticas tales como tos, disnea, expectoración, dificultad para realizar las tareas cotidianas o falta de energía, especialmente si se fuma o se ha fumado y/o se ha estado en contacto con sustancias irritantes, se debe acudir cuanto antes a una consulta médica.

    En primer lugar, el médico revisará la historia clínica del paciente y los síntomas, los antecedentes de exposición a sustancias irritantes del pulmón -como el tabaco- y los antecedentes familiares. Asimismo, le realizará una exploración física, que incluirá la auscultación de los pulmones.

    Espirometría

    El diagnóstico de la EPOC parte de una prueba de función pulmonar llamada espirometría. Se trata de un método sencillo e indoloro que permite valorar el volumen y el flujo de aire dentro de los pulmones.

    El paciente, normalmente sentado, debe, simplemente, soplar con toda la fuerza que le sea posible a través de una boquilla conectada mediante un tubo a una pequeña máquina que evalúa la capacidad pulmonar. Los resultados son inmediatos e indican cuánto aire se inhala y cuánto y con qué velocidad se exhala.

    Las mediciones concretas de la espirometría incluyen:

    Capacidad vital forzada. La cantidad máxima de aire que se puede exhalar forzadamente después de inhalar todo lo profundo que le sea posible al paciente. Si es inferior a la normal, significa que la respiración es restringida.

     Volumen espiratorio forzado. La cantidad de aire que se puede forzar desde los pulmones en un segundo. Indica la gravedad del problema respiratorio. A menor volumen, mayor es la obstrucción pulmonar. La espirometría se utiliza también para la evaluación regular de la evolución de la enfermedad.

    Otras pruebas

    También pueden indicarse otras pruebas de función pulmonar, como la prueba de esfuerzo o de marcha, consistente en comprobar la distancia que el paciente puederecorrer en 6 minutos, midiendo los cambios en su saturación de oxígeno con el esfuerzo o el grado de disnea.

    Los estudios de los pulmones por imágenes, mediante radiografía o tomografía computarizada (TC) de tórax, se incluyen también en los exámenes habituales para el diagnóstico. La radiografía no diagnostica la EPOC, pero sirve para descartar otras afecciones, mientras que la TC ofrece una imagen precisa de la situación de los pulmones.

    Una analítica de sangre, pruebas para medir la cantidad de oxígeno que llega a la sangre (gasometría y pulsioximetría) o pruebas de función cardíaca son métodos complementarios para el diagnóstico de la EPOC.

     Prueba del Déficit de Alfa-1 antitripsina

    Dado que la EPOC puede tener como origen el Déficit de Alfa-1 Antitripsina (DAAT), expertos y organizaciones vinculadas a la salud neumológica recomiendan realizar la prueba para descartar o confirmar este desorden genético hereditario a todos los pacientes con EPOC, así como a aquellos que padezcan otras enfermedades respiratorias como bronquitis crónica, asma o bronquiectasias y a aquellos que sufren infecciones pulmonares frecuentes. Asimismo, se indica para quienes tienen familiares con la deficiencia.

    El diagnóstico del DAAT es muy sencillo y se realiza mediante un análisis de sangre que permite medir el nivel de la proteína Alfa-1 Antitripsina (AAT) en sangre. Si el resultado indica un nivel bajo de la proteína, se continuará con el estudio genético que permitirá conocer el fenotipo.