Ejercicio físico

Cuando se les diagnostica EPOC, algunos pacientes creen, erróneamente, que deben renunciar al ejercicio físico. Al contrario, la actividad física es muy importante del tratamiento de estos pacientes, en los que se ha demostrado que contribuye a ralentizar la disminución de la función pulmonar y aumentar la supervivencia.

Entre los beneficios concretos de la práctica de ejercicio se incluyen la disminución de la disnea y la mejora los síntomas; la reducción del cansancio; la mejora de la musculatura, además del sistema cardiovascular y la presión arterial; el aumento de la tolerancia al propio ejercicio; y el bienestar psicológico.

Si se ha llevado hasta el momento una vida sedentaria, es importante ser consciente de que debe seguirse una adaptación progresiva del ejercicio hasta realizarlo diariamente.

Lo mejor es escoger una actividad que nos guste y empezar con algunas tan cotidianas como andar, montar en bici o subir escaleras. Hacerlo en grupo ayuda al bienestar emocional y a vencer el aislamiento.

Es recomendable hacer ejercicio dentro de un programa de rehabilitación respiratoria, que aplique un tratamiento individualizado y personalizado para cada paciente. También puede seguirse un programa domiciliario sencillo, lo que ayudará a acostumbrarse a incluir el ejercicio en la rutina diaria y a mantener las mejoras conseguidas.

Se debe de empezar poco a poco, aumentado progresivamente la intensidad para ir adaptándose al aumento del esfuerzo, y siempre considerando las limitaciones que la enfermedad impone al paciente.

Si el ejercicio se realiza en el exterior, debemos elegir las horas y zonas de menor contaminación, optando por rutas con baja concentración de tráfico y alejándose de zonas industriales y con mayor polución. Existen aplicaciones en muchos municipios que nos informan puntualmente sobre los índices de polución por zonas y horarios.