Vacunas

Las infecciones constituyen una de las mayores amenazas para las personas afectadas por una enfermedad respiratoria crónica y la forma más eficaz de protegerse contra ellas es la vacunación. Además, las vacunas no solo protegen a quien se las administra, sino también a la comunidad en la que vive. Es importante también la vacunación de familiares y cuidadores del paciente.

La EPOC es una de las enfermedades respiratorias para las que más recomendada está la vacunación y en guías clínicas, como la GOLD y la GesEPOC, a la vacuna del neumococo y la gripe se han unido otras como las de la covid-19, tos ferina, Virus Respiratorio Sincitial (VRS) y herpes zóster (HZ). Aunque esta última infección no es respiratoria, varios estudios han demostrado que enfermedades como la EPOC y el asma constituyen factores de riesgo para el HZ y pueden contribuir a una mayor gravedad de sus episodios.

Resulta fundamental que las personas que padecen EPOC sigan el calendario de vacunación, consultando con su médico qué vacunas están indicadas para ellas y cuándo administrarlas. La consulta con el profesional sanitario es fundamental para cada caso particular, ya que algunas vacunas no se recomiendan para ciertos pacientes, como los alérgicos o los inmunodeprimidos.

Además de eficaces, las vacunas son seguras. Se trata de sustancias biológicas que contienen virus o bacterias muertos, debilitados o partes muy pequeñas de ellos que, al entrar en el organismo, hacen que este produzca anticuerpos contra los agentes patógenos. De esta forma, combaten la infección sin causar la enfermedad. Antes de que una vacuna sea aprobada, se somete a múltiples pruebas a través de rigurosos procesos que son, además, evaluados y vigilados por observadores externos y agencias oficiales. Sus efectos secundarios son normalmente leves, siendo excepcionales los efectos adversos graves.

En los últimos años circulan con más o menos intensidad ciertos argumentos en contra de la vacunación movidos, sobre todo por dudas o temores basados en informaciones sin ningún respaldo científico, manipuladas o directamente falsas. Frente a ellos, hay que recordar que las vacunas salvan millones de vidas y constituyen la vía más eficaz que los pacientes respiratorios crónicos -como los afectados por la EPOC- tienen para evitar riesgos realmente graves.